Diego Armando Maradona no necesita presentación. Por poco que te guste el fútbol, tendrías que venir de otro planeta para no saber que se trata de uno de los mejores jugadores de todos los tiempos. El argentino era todo un prodigio del regate y la técnica, lo que unido a sus carisma le llevó a ser un líder allá donde estuvo: ganó títulos con Boca Juniors, Barcelona y Nápoles, sin olvidar sus primeras temporadas en Argentinos Juniors, su paso menos exitoso por Sevilla o Newells, o sus históricos goles con la Selección Argentina, con la que logró un Mundial.
Sin embargo, su vida nocturna y sus malos hábitos fueron acelerando el final de su carrera. Y no sólo eso. Muchas veces en este blog hemos comentado la importancia de tener hábitos saludables para evitar o retrasar el desarrollo de la diabetes. A Diego su adicción a la cocaína y el alcohol le trajo consecuencias más allá de las sanciones contra el dopaje.
En el año 2002, Maradona sufría un colapso. Tenía sobrepeso, hipertensión... todos son factores que pueden llevar a alguien a desarrollar la enfermedad. Y fue entonces cuando se descubrió que el cuerpo del astro llevaba ya dos años sufriendo de Diabetes tipo 2. Maradona tuvo entonces que cambiar por completo de hábitos, y no le quedó otra que comenzar a cuidarse, comenzando por ingresar en una clínica de rehabilitación en Cuba.
Entonces se enfrentó a problemas respiratorios, además de afecciones en el corazón y los riñones.
Años después, con mejor forma, Diego volvía al fútbol, en una segunda etapa como entrenador que ha sido discreta, pero mucho más digna que su primer intento en los años 90. Hoy en día dirige a los Dorados, de la segunda división mexicana, a los que estuvo a punto de hacer ascender a la máxima categoría.
¡Un ejemplo de cómo una vida y una alimentación desordenada pueden llevarte a una diabetes antes de lo esperado!