Irónicamente, el nombre de Anne Rice siempre estará relacionado con la sangre. Poco podía imaginar ella que tendría que comprobar la suya propia a diario.
Nacida en 1941, Howard Allen O'Brien (su verdadero nombre) cambió desde pequeña su nombre por Anne. El apellido con el que la conocemos hoy le llegaría a los 20 años, cuando se casó con el pintor Stan Rice.
Comenzó publicando algunos relatos cortos, hasta que en 1977 lanzó su primera novela: Entrevista con el vampiro. El primer libro de sus Crónicas vampíricas fue un éxito que no alcanzó a repetir, pero que le ha servido para llegar a vender más de 100 millones de copias de sus novelas en todo el mundo.
Las aventuras de Lestat, el vampiro protagonista de la saga, alcanzaron su punto álgido de popularidad cuando en 1994 Neil Jordan dirigió una adaptación cinematográfica protagonizada por Tom Cruise, Brad Pitt y Antonio Banderas. Tres años después, Rice descubría su diabetes de la peor manera.
Rice siempre había tenido tendencia al sobrepeso. Algo que comenzó a cambiar de repente a los 56 años. Una pérdida de peso que iba acompañada de molestias estomacales tras comer, y de problemas para mantener la concentración y escribir.
Hasta que un día, se despertó a las 6 de la mañana muy confundida, dificultades para respirar y con un intenso dolor de cabeza. Pese a ser de madrugada, llamó a su asistente. Luego comenzó a comportarse de manera cada vez más extraña, hasta llegar a desgarrarse las ropas. Cuando una amiga de la familia, enfermera, llegó a casa, no fue capaz de encontrarle el pulso a Anne.
Llegaron las emergencias, y fue trasladada al hospital. Allí le realizaron varios análisis, descubriendo que sus niveles de glucosa en sangre estaban nada menos que ¡¡¡en 800 mg/dl!!!
Se trataba de un coma diabético grave, del que a punto estuvo de no despertar. Según los doctores, 15 minutos más habrían resultado fatales. Anne pudo salvar su vida, convirtiéndose desde entonces en una gran defensora de los análisis de sangre preventivos.