Visión borrosa, ¡que no panda el cúnico!

Hoy Insulinrock nos habla de un síntoma muy habitual de la diabetes, como es la visión borrosa. Si quieres saber por qué ocurre, sigue leyendo.

Uno de mis recuerdos de esa etapa que pasé con todos los síntomas de la diabetes, pero sin haber sido diagnosticado es el de tratar de enfocar la hora del despertador con la vista ser incapaz de ver con nitidez los astilleros de Cádiz desde la playa de Valdelagrana. Con el tiempo descubrí que esta visión borrosa no es algo raro en la diabetes.

Este fenómeno se produce por una diferencia entre el contenido en glucosa de la sangre y el cristalino. Este no tiene vasos sanguíneos (si los tuviera bloquearía el paso de la luz hacia el ojo) pero aun así las células necesitan alimentarse de glucosa, por lo que el transporte de esta glucosa lo lleva a cabo el llamado humor vítreo, fluido que se encuentra cubriendo el ojo. El contenido de glucosa de este líquido transparente, por tanto, depende del contenido de glucosa de la propia sangre y si en la sangre la glucemia cambia de manera brusca, habrá un desequilibrio entre ambos líquidos.

Esto hace que, por diferencia de concentración, el cristalino trate de absorber agua produciéndose así una irritación e hinchazón del mismo. Cuando se trata de una hiperglucemia mantenida durante mucho tiempo, la glucosa se almacena como sorbitol en el cristalino y también altera la composición de este líquido. Este cambio en la composición del humor vítreo hace que la luz se refracte de una manera diferente produciendo un efecto semejante al que sentimos cuando nos ponemos unas gafas con una graduación que no es la nuestra, algo así como una especie de miopía transitoria.

Esta puede llegar a durar semanas y suele aparecer, sobre todo, cuando existen cambios bruscos en la glucosa.

Al igual que cuando usamos esas gafas que no son nuestras, esto no daña el ojo pero si hace que este tenga que esforzarse constantemente por enfocar produciendo cansancio en los ojos. Pero no es irreversible, por lo que no hay que preocuparse demasiado por este fenómeno que no tiene nada que ver con la temida retinopatía.

Por lo tanto, ¡que no panda el cúnico!