Insulinrock, nuestro enfermero con diabetes más rockero, nos habla hoy de la extraña relación que tienen la cerveza, la diabetes y los zombis. ¡Sí, has leído bien!
Hace unos 5000 o 6000 años el ser humano consiguió uno de los avances científicos más importantes de la historia: la fabricación de la cerveza. Vale, a priori puede parecerte que esta frase inicial sea una chufla de las mías, pero cuidado que el proceso por el que se obtiene esta bebida, la fermentación, ha sido de suma importancia en nuestra evolución como especie.
Gracias a este proceso podemos obtener otros alimentos, como el pan, realizar algunos tipos de conservas... en fin, tranquilos, que no vengo a hablaros de eso; quería presentaros al bichillo culpable de este proceso. Se trata de la levadura llamada Saccharomyces cerevisiae. Esta levadura, que debe su nombre a la propia cerveza (cervêsïa en latín), se ha seguido usando para crear pan, vinos o algunos productos lácteos, pero también se sigue usando a día de hoy para algo que, seguro, os sorprenderá: la producción de insulina.
A mediados de los 90 apareció en el mercado el primer análogo de la insulina; esto es una insulina mejorada a nivel molecular para conseguir que tenga efectos distintos a los de la insulina humana natural; superpoderes como un inicio de acción más rápido o un efecto prolongado en el tiempo. Estos primeros análogos se obtuvieron modificando la molécula de insulina original y, mediante una técnica llamada “ADN recombinante”, introduciendo las instrucciones para la creación de esa nueva insulina en el código genético de una serie de bacterias llamadas Escherichia coli. Literalmente estas bacterias son modificadas de manera que se convierten en zombis a nuestra merced que no paran jamás de producir esa insulina modificada que tanto nos gusta. Estas son las llamadas insulinas lispro y glulisina.
Más tarde apareció en el mercado otro tipo de insulina, la insulina Aspart que debe su nombre al ácido aspártico que se usa en un momento dado de su síntesis. Estas insulinas cambiaron a la bacteria Escherichia coli que mencionamos antes por nuestra querida levadura Saccharomyces cerevisiae, levadura que tantas alegrías ha traído a la humanidad, y, usando la misma técnica de zombificación que antes comenté, conseguimos que se ponga manos a la obra y sintetice ese líquido que nos da la vida (me refiero a la insulina).
Así que, cada vez que te tomes una caña en una terracita recuerda dos cosas: que gracias a esos bichillos que están en tu vaso estás vivo y que una caña es, aproximadamente, una ración de carbohidratos.