Hoy Don Sacarino reflexiona en nuestra página sobre los beneficios que asociaciones e influencers pueden ofrecernos juntos.
Corría el año 1969: el ciclamato monosódico era prohibido en EEUU tras su famoso estudio que lo relacionaba con neoplasias en ratones (debido al metabolito ciclohexilamida). La noticia corrió como la pólvora y dicha recomendación se replicó en medio mundo.
Tras ello, la única alternativa vigente al azúcar en países occidentales pasaba por la Sacarina, una ancianita que de aquella tenía sus 90 años y que llevaba años y años aguantando carros y carretas. Lo cierto es que EEUU estaba deseando darle el golpe final y volver a esa época en la que el azúcar era la única posibilidad dulce...pero llegó la resistencia.
Se dice que por esa época, las asociaciones de pacientes con diabetes callaban voces allá donde iban. Y lo cierto es que la presión que generaron fue tal, que se decidió dejar tranquila a la Sacarina con la excusa de desarrollar prórrogas revisables que al final expiraron con la entrada del nuevo siglo.
Años han pasado desde entonces, y a día de hoy tengo que ser totalmente sincero. Las asociaciones en general no pasaban su mejor momento en el siglo XXI: una incapacidad para seguir las nuevas tendencias (no las relacionadas con la diabetes sino las de índole más social o “visual”), el nulo interés de las nuevas generaciones hacia estos “garitos”, y algún que otro interés y mente politizada de parte de individuos que creen que van a vivir de ello toda la vida, han hecho que la llegada del bicho (súmale la crisis que se nos viene), haya puesto en coma inducido a las asociaciones de pacientes con diabetes de toda España (cuestión fácilmente replicable a cualquier patología crónica actual).
En contrapunto lleva surgiendo desde hace bien poco, un movimiento que busca “revelar”, y aupar con más fuerza al movimiento diabetil. Recuerdo cuando empecé por redes en Instagram, eramos 4 gatos en esto de la diabetes. Hace 4 años, recuerdo a Eurekilla como una de las pocas referentes con rodaje en las que me podía fiar. Sí que existían sus webs de cabecera, pero sus dueños todavía estaban recién aterrizados en redes o migrando de plataformas caducas como Facebook.
En pleno 2020, se han convertido en un recurso insustituible. Ya sean cuentas referentes o grupos/comunidades, el trabajo, apoyo y la cantidad de gente que manejan no solo asusta, sino que se han vuelto tan indispensables; que solo hay que ver la función que tuvieron durante el confinamiento para entender con quién nos estamos metiendo.
Durante la misma, aquellos referentes con capacidad para interpretar, educar y transmitir la información se encargaban de tranquilizar al colectivo replicando los estudios que surgían y que llevaban el apellido diabetes a la vez que daban unas pautas básicas de actuación. A su vez, se creaban iniciativas como “Campamento Diabetil”, una cuenta de Instagram llevada por un grupo de referentes en diabetes y que se dedicó incansable 24/7, a entretener a la gente mientras se fomentaba el ejercicio, la cocina saludable o la educación en diabetes con invitados especiales.
A día de hoy muchos dirían que no podríamos vivir sin estas cuentas y/o comunidades que arropan, apoyan y resuelven dudas. Pero francamente, me pregunto cuántos dirían lo mismo de las asociaciones. Soy el primero que quiero conservarlas (la capacidad y los “tentáculos” que han creado con la industria son bárbaros y básicos para una población que no quiere ver frenada su calidad de vida en ascenso), pero reconozco que tienen que hacer un lavado de cara integral.
No hay que ser tonto para saber que se avecinan tiempos feos. Tiempos donde seguro que nos van a intentar dar el palo. Unir redes y asociaciones puede ser una buena forma de afrontar lo que se viene. Pero para ello necesitamos a unas asociaciones frescas, renovadas, con capacidad para replicar lo que se lleva ahora y poder hacer sentir a la gente el mismo arrojo que se sentía allá por mediados del siglo pasado. Y creo que una de las mejores maneras de conseguirlo es colaborar o fichar a todos esos referentes que están ahí por corazón y amor al arte. Podemos conseguir grandes cosas juntos.
Se vienen tiempos interesantes y que recordaremos por décadas. Ahora más que nunca, la unión hace la fuerza.
Adrián Díaz, enfermero con diabetes 1 y autor del Blog Don Sacarino